El Mundo, Víctor Navarro. Castellón 19 Junio 19

 

Cuando Juan José Arreola (1958- 2011), una de las firmas más célebres de la literatura mexicana del siglo XX, acudió a la clínica dental del odontólogo Vicente Preciado, ignoraba que entre ambos surgiría una amistad tan sólida como la que le unía a un carpintero tan hábil con las maderas como con el tablero de ajedrez. La pasión de Preciado no eran las dentaduras por corregir, sino la literatura. Sólo una casualidad hizo posible un encuentro que selló para siempre una estrecha relación de amistad entre el odontólogo y el escritor que ahora, ocho años después de la desaparición del reconocido autor mexicano, ha servido para revalorizar su obra y dignificar su figura.

Vicente Preciado, un obsesivo estudioso de la composición literaria de Juan José Arreola, expuso días atrás en Castellón que el escritor y amigo fue un “genio discreto” alérgico a la pomposidad y las fanfarrias de la fama.

Esa moderación y prudencia casi patológica impidió a Arreola dar valor a su colección literaria. Nunca lo hizo. Renegó de las élites que consagraron para siempre a Juan Rulfo, autor del célebre título Pedro Páramo, y se conformó al olvido.

Contra ese destierro al páramo de la indiferencia lucha Vicente Preciado con el alma y sabiduría de los ilustrados y las energías que sus más de ochenta años de edad le permiten. En su reciente visita a España para dar a conocer el estilo de Juan José Arreola, con paradas en Madrid, Castellón y Granada, Preciado, un apasionado de la obra de Santa Teresa de Jesús, ha destacado que el escritor mexicano es “una presencia necesaria” en la literatura en español porque era un “estudioso con una memoria privilegiada, se sabía de memoria la obra de Quevedo, hablaba de escritores españoles que son totalmente desconocidos por catedráticos notables en México y España como el capitán Francisco de Aldana y es el poeta más importante del Renacimiento italiano. Sólo con el conocimiento que tenía de Francisco de Aldana, Arreola ya merece un sitio en la cultura hispanoamericana”.

Además de estudiar la obra de autores clásicos, Arreola cultivó estrechas relaciones con varios escritores contemporáneos de Sudamérica, entre ellos el argentino Jorge Luis Borges. “Creo que Julio Cortázar fue con quien tuvo una relación más afectuosa. Le mandó una carta muy expresiva que Arreola nunca contestó por su timidez y que su familia conserva en herencia. Sin embargo, creo que el escritor arquetípico que él frecuentó, al saber de memoria toda su obra poética y prosística, fue Jorge Luis Borges. Fue un encuentro muy amistoso con él y Arreola me decía que en Radio Belgrado dedicó el público a los dos cuatro minutos de aplausos tras escuchar sus explicaciones culturales. Arreola siempre decía desde su humildad que podía alcanzar un estado de perfección que Borges ya manejaba en su lenguaje. Arreola era muy respetuoso con Borges”.

El escritor mexicano desaparecido en 2011, y que también fue comentarista de televisión en eventos deportivos, era capaz de detectar “cualquier error” en una composición literaria. Por eso existía una “admiración mutua” entre Arreola y Borges.

 

Con Juan Rulfo, autor de la novela “Pedro Páramo”, Juan José Arreola tuvo una aportación anónima pero decisiva en la configuración del relato. Vicente Preciado afirma que es una contribución “secreta, muy poco conocida. La familia de Rulfo quiere controlar su nombre, fama e integridad, pero Arreola me decía que Rulfo tenía un lenguaje dispar y el trote del coyote. Pero, me decía él, cuando una divinidad baja y se aposenta en Rulfo no se puede negar que es un milagro, así lo reconocía Arreola”, quien influyó en el relato de Pedro Páramo para introducir los giros temporales que acompañan el texto más célebre del siglo XX de la literatura mexicana. “Le sirvió de mucha ayuda a Rulfo en la redacción final de Pedro Páramo”, insiste Vicente Preciado. Muy autocrítico, como hizo con su propia novela “La feria”, por ser “como decía Arreola un mosto que nunca llegó a vino”. El que fue antes dentista que amigo, señala que hoy en día en México, la obra de Juan José Arreola “todavía no ha sido suficientemente reconocida. En Arreola hay un lenguaje altamente poético y muchos estudiantes o profesores no tienen facilidades para acceder a él. Leyéndole a él es necesario leer a otros escritores que influyeron en Arreola. Era un hombre tan receptor que era dueño de una frase muy representativa suya. Decía que ‘prefiero ser leído mucho por pocos que poco por muchos’. Es una genialidad. Poco a poco estamos llevando a Arreola a los libros gracias al editor mexicano Miguel Uribe”, hermano del pintor Jerónimo Uribe. Según Preciado, con Arreola “estamos ante un humorismo finísimo” cuando aborda la temática de Dios porque representa un “Kafka reeditado”. El que fue odontólogo define también a Arreola como un escritor “honesto” para el que reclama, a dentelladas de admiración, “un lugar en la historia de la literatura”.

 

 Miguel Uribe, Vicente Preciado y Jerónimo Uribe, en su charla en Castellón.